30.9.11

BRASIL (V)

Nadie puede negar que en Brasil hay libertad de cultos, al menos de cultos cristianos. Hay toda clase de iglesias y en los programas de televisión abundan los telepredicadores.
A mi padre no le gustaban los curas.






Xinea, Patrón por la Gracia de Dios (del verdadero, ojo).

10.9.11

BRASIL (IV)

Amigo Afaé, haré oídos sordos a tus necias palabras, pues es evidente que la información de primera mano que suministro es de muy superior calidad y fiabilidad que esas chorradas que sacas de la Wikipedia. Y sobre las fotos que has puesto, te diré que el onanismo es un vicio muy feo. Hoy hablaré del enemigo público número uno de los automovilistas brasileños. ¿La grúa? No, que va. ¿Los guardias de tráfico? A esos ni se les ve. ¿Los amigos de las favelas, que de vez en cuando bajan a distraerse a pie de pista? Ni muchos menos. Me refiero a …

¡¡¡LOS QUEBRAMOLES!!! Cuando uno circula por una calle o carretera y ve esta señal, ya puede frenar, tirar del freno de mano y encomendarse a Santa Perpetua, porque indica la presencia de un badén cuya altura puede variar desde un simple abultamiento de la calzada hasta una variante de las barreras antitanque que ponía Rommel en Normandía. Pero el problema no es ese, sino que en ocasiones las señales se caen y nadie se molesta en reponerlas, por lo que la primera noticia de haber pisado uno es la impresión de que al coche le han salido alas y despega por su cuenta para a continuación sentir cómo el culo se despega del asiento, finalizando todo ello con un bonito aterrizaje acompañado de ruidos estrepitosos y bonitos efectos visuales (chispas), que son la delicia del público presente.

También ocurre que al no estar acostumbrado a ellos, al principio vas distraído y no ves la señal. O si es de noche, por la oscuridad. Después de un par de aterrizajes, la conducción se transforma en un ejercicio de localización de los dichosos badenes, en el cual participan todos los ocupantes del vehículo, que tan pronto localizan uno empiezan a gritar ¡QUEBRAMOLE, QUEBRAMOLE!

En fin, la monda. Hala, a cascarla.

Xinea, PGD.