22.8.11

BRASIL (II)

Amigas, amigos, Afaé: He aquí un concepto desconocido por estos lares y que puede ser definido en dos palabras: contaminación acústica. Si una persona destinada a su medición y control pusiera los pies en Brasil, caería inmediatamente fulminada por un infarto de miocardio agudo. Para empezar, la gente tiene en sus casas unos aparatos de música de potencia inusitada, que suelen colocar a toda ostia, especialmente los fines de semana. Los vehículos, especialmente las motos, circulan haciendo sonar continuamente el claxon, lo que al principio causa cierta alarma que luego se transforma en indiferencia. Las tiendas, locales y chiringuitos de toda clase y especie tienen ambientación musical, que va desde la música ambiente habitual en España, aunque a volumen más elevado, hasta potentes altavoces colocados en la calle zumbando caña. Por si todo eso fuera poco, se pasean por las calles toda clase de vehículos, desde motos con remolques artesanales hasta camiones de considerable tamaño equipados con potentes altavoces y equipos de megafonía anunciando los más variopintos servicios; por ejemplo, a las seis de la mañana pasa un camión anunciando a toda potencia que a las nueve tendrá lugar el entierro de Fulanito en la parroquia del barrio. También es frecuente que supermercados u otros establecimientos comerciales tengan personas provistas de micrófono y ambientación musical anunciando las ofertas del día o promociones varias.

A ello podemos añadir puestos ambulantes de música, coches con el volumen alto, altavoces colocados en postes de suministro que anuncian diferentes servicios, etc. Por supuesto, cualquier actividad pública, deportiva, cultural, recreativa o de cualquier otro tipo es generosamente regada con decibelios de música.

Si alguien llamara a la policía para quejarse por el exceso de ruido, cosa que estoy seguro no ha ocurrido jamás, lo más probable es que la policía pasara parte inmediatamente a los servicios de salud mental, que procederían a encerrar al interfecto en la correspondiente institución psiquiátrica. Donde seguro que los enfermeros pondrían la música a todo trapo, siguiendo la tradición nacional.

X, PGD.

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